La verdad es que cuando me senté a su lado en el banco, sólo le miré de refilón. Un anciano atildado con el pelo blanco. Bueno, llevaba un abrigo estupendo y olía a Alvarezgómez o parecido. Desde luego, se veía a la legua que el paño del abrigo era de calidad. Y además llevaba solapas de terciopelo. Bien mirado, el abrigo (que más tarde supe era una levita) y el sombrero le daban pinta de burgués de la Viena de Freud.
La verdad, al principio sólo reparé en el abrigo. Qué le voy a hacer, soy así; me gusta la ropa. Llevaba encima el emepetrés y estaba escuchando un podcast sobre librepensamiento que me había bajado de la web del Infidel Guy. Con esto quiero decir, que estaba muy concentrado como para fijarle demasiado en el prójimo.
El anciano no dejó pasar más de un minuto antes de decir:
Luis Alfonso, soy el que Es.
Y me miró risueño. Aunque reparé en que me llamaba por mi nombre, como llevaba los cascos puestos, aparté la sorpresa de mi mente achacándolo a que le había oído mal. Me chocó más la segunda parte de la frase. Y un extraño vértigo, débil pero perceptible, que sentí en la boca del estómago cuando fijó sus pupilas en las mías, fugazmente. Hubo dos cosas más pero en ese momento no fui consciente. Primero, cuando él giró la cabeza hacia mi lado del banco para mirarme, la mía giró sincrónicamente hacia la suya. Segundo, su voz se oyó profunda pero claramente pese a que llevaba mi Creative (lo siento, no soy de Ipod) a todo trapo. De hecho, juraría que su voz se oyó, no sobre la música sino en vez de.
Pero como digo, en ese momento no presté atención a esos detalles. Estaba un pelín estupefacto por la frasecita. Y como el podcast que estaba escuchando era una entrevista sobre ateismo, le espeté con toda la sorna posible:
¿El que Es?... ¿Cómo el dios Yahwe? (lo pronuncié "Llajgüe", como acababa de oírlo en el inglés del podcast).
¡Ha, ha, ha! "Yagüe"; me encanta. (Él, además de muchas otras cosas era más bien castizo).
O... ¿Jehová? (pronunciado "Iejouvah" según el mismo podcast)
Bueno, bueno, que me llames "Llejoba" me empieza a tocar los pelendengues; que por cierto, no entiendo la lata que me dan mis ángeles con el tema, porque he comprobado que son incómodos de llevar y a veces se hinchan de una manera incomoda. ¡Ha!
Cada una de sus carcajadas aumentó la sensación indefinible de vértigo que sentía en la boca del estomago. Débil pero perceptible. Cómo tantas otras cosas que fui aprendiendo, resulta que era un efecto no deseado producido por Su Presencia.
Y ante mi silencio, continuó:
El sentido del humor. Me gusta. Los ateístas lo tenéis en mayor cantidad, Luis Alfonso. Y que conste que Yo no os creé así. Supongo que es un valor añadido de la Ley de las Cosas. Aunque bueno...como la Ley la dicté Yo ¿no dirías que tengo el mérito, Luis Alfonso?
Ya no podía ignorar que el anciano me había llamado repetidamente por mi nombre. ¿Cómo demonios lo sabia? ¿Ateísta? Querría decir ateo, pero ¿cómo lo sabía?
Por otro lado, estaba en Madrid, la capital mundial histórica del timo, el foro de la envolvente y el emporio del tresporcuatro. Así que me alerté, intentando fijar en los alrededores una cámara oculta, unos cómplices que me fueran a desvalijar, o un algo que explicara la situación. Mientras buscaba, el malestar se iba agudizando con una punzada de miedo. Quise protestar pero no fui capaz de articular palabra.
...
¿Cómo podría no saberlo? Si. Soy, como has dicho con tanta gracia, el "Yagüe"... Esta mañana me he levantado (es una manera de hablar, claro) y me he dicho: "¿Y si probara lo del Rabí Yeshua ben Joseph?". Bueno, ¡Ha! ¡Ha!; ya sabes.
¿Ra-bí Ye-shua?
Articulé con dificultad por fin. Él, debió considerar que me estaba agitando demasiado y me rozó el brazo con un ademán cariñoso pero leve. Ni que decir tiene que en ese mismo instante, entré en un estado de serenidad y claridad mental notable. El Anciano, satisfecho con mi recuperación continuó.
Si, Luis Alfonso, Yeshua, Jesús de Nazaret o como quieras. Ya sabes, la idea de que Dios se hace hombre. Es una idea por la que siento curiosidad...
Debió percibir que yo volvía a agitarme, porque cambió de tono y respondió:
Bueno, ya hablaremos luego sobre ese tema.
Y se abstrajo. Y durante un segundo el gesto se le puso pétreo.
Por mi parte, no sabía si echar a correr o ignorarle pero una sensación difusa de triunfo se fue formando en mi mente....¡Claro! ¡Te pillé!, Gotcha! De modo que este Viejo Orate se está insinuando como... Y resulta que no sabe lo que...
Pero ¿no se supone que uno de los atributos de Yahwe es la omnisciencia? (sonando pedante parece que la carga de profundidad intelectual que lanzas tiene mas fuerza)
Me-me-me, Om-nis-cien-cia, bla-bla-bla... Ahora suenas como un te-o-lo-go-bi-zan-ti-no
Se burló achicando la boca con gesto de disgusto. Más exactamente, con cara de asco. Pero rapidamente recompuso el gesto, suspiró con hastío y continuo.
A ver como te lo explico. Cuando puedes ser en diferentes modos de existencia.... En modo plenamente divino, no es omnisciencia, es que estás fuera del tiempo... Toda la información, todo lo que existe, puedes manejarlo como un grano de mostaza entre tus dedos. No tengo que hacer nada porque no hay nada que conocer, lo soy y lo no-soy todo. Pero, hay un inconveniente. Cuando soy en ese modo, es como si fuera el único ente tridimensional en un Todo plano... Si, me gusta la metáfora... No tengo a nadie con quien relacionarme, simplemente lo que existe y lo que no-existe no puede alcanzarme. Y te como te imaginarás, es un poco aburrido. (me hizo un guiño, como si yo fuera capaz de entrar en modo "plenamente divino" un día si y otro también). Así que prefiero otros modos de existencia., donde tengo que hacer un acto de voluntad para conocer, y donde hay cosas por conocer.
Continua en
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